Marco Rojas, pilar de la trova en Puebla

Marco Rojas, pilar de la trova en Puebla

Luis Dinorín

Me veo en la ciudad de Puebla, entre 2002 y 2003, entrando a un trova-bar sobre la calle 3 Oriente. Un primo 8 años mayor que yo me acompaña. “Hoy se presenta Marco Rojas y Juan Guzmán”, dice el cartel de El  Realengo. Entramos y pasamos una noche genial entre canciones de Serrat, Sabina y Milanés. 

Marco Rojas tiene una voz cálida y que atrapa inmediatamente. Juan Guzmán se dedica más a interpretar sus canciones y a bromear con la gente. Marco impone el respeto, pide guardar silencio y agudizar los oídos.  

Hago cuentas desde ese día. Tengo 21 años de conocer a Marco Rojas. Y unos 11 o 12 de que seamos amigos. De Marco, un trovador novato podría aprender cientos de canciones y hasta tips para abrir la garganta con un anís. 

Él viste camisa a cuadros de colores, entre rojo, azul y negro; pantalón de mezclilla claro y tenis de uso rudo. Está alistando la guitarra para empezar un turno de 5 a 7 de la tarde en el Café Galería Amparo. Me saluda de mano, baja del escenario y comenzamos la ronda de preguntas.   

¿Qué has hecho para mantenerte por tanto tiempo y cantando lo que te gusta,  consolidando el género de la trova? 

Con 30 años de experiencia en la canción de autor, Marco Rojas sabe que en ese camino se comienza joven,  humilde y aprendiendo de los demás.  

«Me sigo considerando un trovador. He tratado de mutar, de adaptarme, de ser menos rígido, porque ya entiendo que la gente casi siempre viene a un momento de música en vivo y no a un recital».  

Se dice un pianista frustrado pero con una voz cálida y potente, tezonudo para sacar canciones de oído en la guitarra.  

Sin darse cuenta, en su charla, Marco narra una parte de la historia de la música contemporánea en la ciudad que bien explicó Carlos Arellano en el libro Historia de la Música en Puebla, editado por la Secretaría de Cultura del estado en el 2010.  

En ese libro Arellano refiere que la canción popular contemporánea llegó a Puebla desde mediados de los 70.  En el contexto social de un grupo de exiliados provenientes de Argentina, Chile y Uruguay principalmente.  

Entre ellos estuvieron Carlos Díaz «Caíto» (cantautor argentino), José Donoso (escritor chileno y fundador del Café Teorema) y Cacho Duvanced (cantautor argentino). 

Marco Rojas explica cómo surgieron las peñas en Puebla.

«Se fueron dando, hace muchísimos años. Pero no eran necesariamente locales para comerciar con nada. La peña era una especie de tertulia entre gente que pensaba y que opinaba entre libros.  Alguien compartía bocadillos, refrescos o qué sé yo. Y nos poníamos a cantar canciones de ese tipo». 

«Nos acaban de prestar un local en tal parte y vamos a hacer peña el próximo jueves. Entonces, era hacer peña como hacer una tertulia cultural; no inicia como un centro de comercio ni de bebida ni de nada al público. Era una especie de sociedad secreta».

De acuerdo con la memoria de Marco, hubo una peña cerca de la Catedral. Luego otra que se llamó «El sapo  cancionero»  y finalmente el emblemático Café Teorema, que se  ubicó por varios años en la esquina de la 7 Poniente y Reforma. 

En el Café Teorema, el cantautor recuerda acercarse a un amigo y echar los primeros ‘palomazos’, que eran ya desde entonces, “las tres canciones de regla, ni más, ni menos.  Y los dueños de los lugares, te invitaban a tocar tal o cual día”.  

Los colegas, la figura de su padre y sus canciones 

 A Marco Antonio Rojas  le tocó conversar, convivir y aprender de otros cantautores también como Santiago Feliú, Sergio Felix, David Filio, (Mexicanto) y Alejandro Filio. 

«Che, la canción puede ser trillada para ti. Pero vos no sabés si para esta persona es muy importante o es la primera vez que la escucha» fue el consejo que Carlos Díaz le dejó a Marco para que no dejara de cantar alguna canción que alguien le pidiera. 

El padre del cantautor fue quien le enseñó el amor y respeto por las bellas artes, entre conciertos de música de cámara. 

«Entonces yo quería imprimirle a esta música ese respeto. Aunque nunca faltó que la mesa que echa más relajo es la que se tiene hasta el frente. No era yo el único cuadrado con esto. Juan Guzmán y yo creíamos mucho en esto y por eso nos llevamos tan bien. Y había muchos más».  

Como compositor, tiene cerca de 50 canciones escritas. En 2020 publicó algunas en un EP bajo el título Ninguno dio menos, que se puede encontrar en YouTube. 

“El último telegrama”,  “La charla”, “Ninguno dio menos” y “Vamos a decir adiós” son algunas de sus canciones. 

Del Galería Amparo, el aplauso y nuevos placeres

En la memoria del intérprete también sobresalen los nombres de los fundadores del Café Galería Amparo, el lugar que mantiene viva la tradición de la trova en Puebla. 

«El Amparo lo fundamos un Sábado de Gloria», afirma el cantor y  nombra al primer elenco del Galería Amparo: “Josafat Carpinteyro (que llegó a cantar durante las primeras exhibiciones de pintura);  Jesús Lecourtois (QEPD), Arturo Torres, Juan Guzmán y yo”.

Marco Rojas es considerado uno de los grandes maestros de la canción en Puebla. Su gran interpretación dice deberla a la melancolía que lo envolvió desde niño y que otros pueden llamar la ‘vena artística’.  

Para él, el aplauso es la cuerda que ha de impulsar al cantautor, al nuevo intérprete a ser mejor cada día. 

Marco Rojas en la actualidad, trabaja por estar en paz consigo mismo la mayor parte del tiempo. Disfruta de un buen café, una buena comida y pasar tiempo con sus seres queridos. 

«Ya no disfruto ni fumar. Tomar, realmente muy poco, a lo mejor un buen vino», es la frase con la que cierra la entrevista.

Esta es una muestra de su talento.

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