Víctor Guerrero: una mirada al compositor de medio millar de canciones

Víctor Guerrero: una mirada  al compositor de medio millar de canciones

Luis Dinorín

¿Cómo contar la historia de un hombre que escribe canciones desde 1974? Y que tuvo que esconder su identidad…

«Fue en los 70, cuando los movimientos sociales estaban en su punto álgido y por sacar una credencial. Yo pertenecía a un grupo digamos ‘ilegal’ que nada tenía que ver con un partido político y fue por razones de seguridad».

Entonces nació el autor Víctor Guerrero. Toma su nombre por la admiración a Víctor Jara y por mirar en un calendario a un peleador prehispánico.

Vivió en Puebla, Guadalajara, Ciudad de México y, durante 16 años, en Venezuela.

«Estando allá me estafaron. He sido confiado, me quitaron mil dólares. En ese tiempo un dólar valía $12.50».

Al mes de su estancia, se le venció la visa de turista y se quedó.

«Fui a nuestra gloriosa embajada y no tuve el apoyo. Me decían que me deportara voluntariamente y pues era algo que no quería hacer. Un poco por orgullo y para no regresar sin nada».

En Venezuela nunca le faltó trabajo. Se presentó en al menos tres universidades de renombre en ese país y en programas de radio y televisión.

«Afortunadamente siempre tuve trabajo, pero me desfalcaban cada vez que me bajaban de la mula». Esa es la expresión que en México equivale a pedir un ‘moche’ para no ser acusado y deportado.

Pero al autor de entre 400 y 500 canciones la vida le sonríe cuando gana el primer lugar en el IV Festival Internacional de Trovadores en Curazao, en 1989 y recibe el premio como «Favorito del Público» .

Entre 2000 y 2001 ganó también en Puebla, el primer lugar en el Festival de la Canción Romántica y participó en el mismo certamen a nivel nacional en Yucatán.

Luego, la vida lo llevó de nuevo a Venezuela. Lo hizo unas tres veces. La última fue en 2011. Y volvió a México en el 2017 gracias a la ayuda de varios amigos, entre ellos, el compositor de aquel clásico de la trova mexicana: «Coincidir», Alberto Escobar.

Víctor Guerrero es de la generación de músicos poblanos como Carlos Arellano y Helio Huesca, y otros a nivel nacional.

Recuerda una anécdota con Gabino Palomares, cuando hablar de su proceso creativo nos lleva a mencionar estímulos como la droga o el alcohol.

«Me hiciste recordar una anécdota, cuando en una gira por Chiapas le mostré una canción que se llama María Compañera y me preguntó de cuál había fumado» y se ríe.

Para el autor, la inspiración está en la vida diaria, en poner atención a los pequeños detalles; las conversaciones y hasta en las muecas que hace una persona.

Y el éxito de una canción depende de un todo, pero además de la retroalimentación o «feedback», al ser escuchada, con el público que la recibe.

Esta entrevista se realiza por videollamada porque a Víctor, aunque es un Guerrero, la neuropatía diabética le impide cosas como tocar la guitarra y desplazarse cómodamente.

A pesar de ello, el cantautor, animado, declara que escribir canciones es su pasión. Y que como muchos de su generación sigue en la búsqueda de que sus temas se escuchen en las voces de las grandes intérpretes de México.

Uno debe saber en algún momento
qué quiere hacer con su vida;
lo mismo un autor con sus canciones.

Luis Enrique Cruz Barrios

Aunque ni Eugenia León o Guadalupe Pineda le han grabado, Víctor Guerrero recuerda orgulloso que su paisana y tía Amparo Montes sí le alcanzó a grabar un tema antes de morir, en 2002.

«Es muy importante registrar la obra porque nunca sabes cuándo va a llegar esa oportunidad. Estoy de nuevo en ese proceso, por eso bajé muchos temas de Youtube».

Recordemos: cuando Víctor deja las canciones es otro hombre con nombre y apellido: se llama Luis Enrique Cruz Barrios y lamenta su gusto por los postres, los dulces, en especial el chocolate amargo y el pozol, típicos de su tierra natal, Huixtla, Chiapas.

Denota su formación en las aulas de Filosofía en la UNAM, al recomendar entre sus libros favoritos ese clásico El mundo de Sofía, dice, para entender el mundo. Y también la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer.

Se declara un buen cocinero de pescados y mariscos; entonces, reflexiona:

«Uno debe saber en algún momento qué quiere hacer con su vida; lo mismo, un autor con sus canciones».

Víctor Guerrero no pierde la esperanza de algún día, pronto, ser grabado con la calidad necesaria para pasar a la historia en la Sociedad de Autores y Compositores de México.

Mientras Luis Enrique, la persona, no se va sin recordar a los lectores que lo más importante es vivir en armonía con uno mismo y la naturaleza.

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